Caritas en el espejo

Hoy estoy feliz de tener en mi blog por primera vez a una invitada, y a estrenarme con una muy especial. Es una amiga muy querida cuya visión de la vida me encanta, su alegría, el amor que transpira por su familia y por el mundo... bueno no les digo más porque sé que su artículo hablara por si solo y sin duda les va a tocar el corazón. Aquí los dejo con Mel. Espero que la disfruten.
Ruly

Por: Melissa López de Botto

¿Has notado que cuando haces caras frente al espejo, puedes "sentir" eso que el espejo refleja?... A ver... Me explico.... Si sonríes, te sientes más feliz; si miras con cara seductora, te sientes atractiva; si pones una cara graciosa, te da risa... Pues siempre he pensado que la vida se trata de eso. No de mirarse al espejo, sino de ser el reflejo de lo que queremos trasmitir... De lo que queremos vivir.

En los años que estuve en Francia, pude darme cuenta que -contrario a lo que me decían otras personas- las personas NO eran frías y cerradas, antipáticas o secas. Y creo que eso fue porque siempre busqué conectarme con quienes me rodeaban. Y sí... claro que muchos de los que me cruzaba me ignoraban, pero era eso... no podían ver la sonrisa... no se dejaban el tiempo! De haberla visto, seguro sonreían de vuelta. Lo comprobé al cabo de un tiempo con gente que me cruzaba a diario en el metro de la pequeña ciudad donde viví. Terminaban sonriendo y saludando en las mañanas.

Es así en otros ámbitos, lo he probado con mis hijos. Si en medio de alguna rabieta, en lugar de regañarles los miro con una sonrisa... se ríen... sólo hay que permitirles el espacio para que lo vean.

Pero ojo... yo también me desespero de vez en cuando, me escondo, me aferro a pensamientos tristes o simplemente me enfurezco. Y claro... ¿quién no?

Pero luego de una reflexión, hay que sintonizar la radio en una estación feliz... Hay que buscar un paisaje que nos inspire... Hay que buscar una actividad que nos llene.

Hace algún tiempo tuve un bajón... de esos que no parecen normales y te quitan toda la energía periférica. Tenía mis motivaciones centrales claras, mis hijos, mi centro eran ellos... todo lo demás, un completo caos. Y así lo veía... todo era gris y monótono... y así era la cara que le ponía a todo lo que se me atravesaba por esos días. Supongo que todos pasamos por periodos así... una buena mañana me desperté y me dije a mi misma que yo me estaba saboteando frente al espejo. Me miraba con cara de lástima y de rabia al mismo tiempo. Decidí no mirarme por un rato. Cuando volví a hacerlo, la mirada estaba serena... Las aguas se encauzaban.

Así como generamos respuestas en los otros cuando somos amables, sonrientes o empáticos, de igual manera sucede con nosotros mismos. Con lo que nos rodea, con las cosas que enfrentamos. Sin duda no podemos cambiar la cara con la que nos miran otros... Pero si podemos modificar el cristal que filtra nuestra realidad. No se trata de vivir en un mundo color de rosas, pero sí es importante que procuremos darle a nuestra vida los colores que se merece. Somos bendecidos de manera infinita y de formas muy diversas. Desde la sonrisa o logro de un ser amado, hasta los sueños que vamos realizando.

Hay que sonreírle a la vida, llenar el lienzo de colores, buscar excusas para sentirnos agradecidos y compartir esa alegría con otros... ¡¡¡Ojalá, en el camino, logremos salpicar alguna fotografía en blanco y negro de alguien que a nuestro lado olvidó su paleta!!!