Ayer fue un día para reflexionar sobre cómo vivimos. Por un
lado, estuve en la misa de entierro de un conocido; y a pesar de que la persona
no era cercana, ciertamente me conmoví con el sentimiento de dolor de su
familia por la pérdida física de este ser amado. Alguien joven que fue llamado desde
ese lugar que no conocemos con nuestros ojos, lugar que generalmente nos da
miedo, pero que también nos puede dar paz si lo vemos desde el amor de Dios.
También fue el nacimiento de la hija
de unos amigos a quienes hemos visto con mucho amor esperar por 9 meses este
día de alumbramiento. Naturalmente, esto hizo volar mi mente dos meses atrás y
rememorar el aún reciente nacimiento de mi príncipe; y al igual que en los
últimos 60 días sentirme inmensamente afortunada por semejante bendición del
cielo, y muy agradecida por nuestros amigos que están ya descubriendo esta
incomparable experiencia.
Ver la vida y la muerte, allí:
cercanas, palpables, sentidas; me regresa a mi punto de introspección sobre
cómo vivimos el presente. Si fuesemos llamados sin aviso (como seguramente
sucederá) cualquier día, y en definitiva puede ser HOY… qué haríamos diferente,
qué disfrutaríamos más? Seguramente, ya no seguiría pesando tanto esa pelea que
tuvimos esta mañana, o ya no nos molestaría el tráfico, o que alguien nos trató
mal en la oficina. Qué pasaría si después de irnos, se nos fuese otorgado un
día más? Ese día puede ser hoy!
…hoy podemos vivir diferente
…hoy podemos vivir con más
intensidad
…hoy podemos ser más felices
…hoy podemos hacer más felices a
quienes están alrededor
Este contraste de vida y muerte, me
hace también pensar sobre lo que nos mencionaba el Papa Francisco en la pasada
Jornada Mundial de la Juventud sobre los extremos. Jóvenes y ancianos, hoy día,
muy excluídos ambos. Realmente, estos extremos de la ecuación tienen un
significado vital dentro de la creación humana. Nacemos tan indefensos, mi bebé
hace unas semanas ni siquiera podía voltear la cabeza por sí mismo, dependía
enteramente de alguien más. Hacia el final de nuestras vidas pareciera que esto
se repite, y nuestro cuerpo se va degenerando a un punto que en muchos casos,
ya no somos capaces de vivir sin ayuda.
Me atrevo a pensar que no es
casualidad que hayamos sido creados de esta manera. Lo que logro concluir, es
que no fuimos hechos para ser autosuficientes… ni para vivir bajo esa
independencia que pasamos toda la vida persiguiendo, sino que fuimos hechos para
ser solo completos cuando estamos en comunidad… y cuando quienes tenemos cerca se
sienten inspirados a amarnos.
Feliz día!
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